MIS TESOROS

MIS TESOROS
ISA, RAMÓN Y BELÉN

domingo, 23 de febrero de 2014

POSTALES PARA MIS HIJOS


Queridos hijos: Estas "postales" con  mis sencillas reflexiones las hago para 

vosotros que sois lo mejor de lo mejor que me ha dado la vida.






lunes, 17 de febrero de 2014

A ni hija Belén en el día de su boda


(Fue un día de febrero hace ya años)
                                      ¡Qué gran tesoro tu belleza interior!
 Seis y media de la mañana. En esta te­rraza de siempre, tras insoportables  calor, al fin me refresco y sin cesar pienso en ti, mi niña, que por primera vez  te encuentras lejos de mí.
Sí, estabas preciosa con tu vestido de novia. A diestra y siniestra los comen­tarios eran unánimes: Parece una princesa de cuento. ¡Está linda!, etc. Por supuesto, nadie más que tu madre podía verte preciosa, pero aquellas lágrimas que no pude conte­ner eran expresión  de algo más pro­fundo que tu innegable encanto, que tus innegables dones de  medio hechi­zar con esa tu expresión entre ingenua y picaresca que se eterniza en una dulce sonrisa. 
Lo que me emocionaba y de lo  que en  ésta medio madrugada  quiero hablarte, es de ésa otra belleza: la de tu paisaje interior, tan ignorado, a veces, por los que te rodean, tan re­cóndito y hasta desconocido por ti misma, pero del que tu madre, siempre metida en tu piel, puede dar buena cuenta, porque tus auténtica valores, aquellos por los que mereces ser con­siderada, amada y hasta admirada van mucho más allá de un físico atractivo y seductor.. Tú, mi vida, eres tierna, inteligente, fuerte, decidida, generosa, trabajadora... Eres  alegre, afectuosa y, como ya lo has demostrado en alguna ocasión, hasta heroica, si es preciso.
Esas prendas de las que te ha dotado la vida no puedes ignorarlas: son tu ma­yor tesoro, y no precisamente para fri­volizar con ellas, sino para que  bus­ques la verdadera belleza en el movi­miento del mundo, como la barca, que recoge su gracia del viento y del agua.
Las ostras sienten un dolor pesado en su interior que no es otra cosa que una perla de inigualable belleza, cuyo des­tino  es volar lejos, volar alto.   Cultiva la tuya para que no te suceda lo que al olmo: tiene bellas ra­mas, pero no da fruto.
Tu gran bien lo encontrarás, antes de que sea tarde,  en los valores de tu pai­saje interior. No lo olvides, porque la vida se encargará de contártelo en breve. 
 Mi gaviotilla, mi preciosa avecilla de los mares, vuela siempre por encima de tormentas y olas gigantesco pero   recuerda que las gaviotas jamás se  ahogan en el mar.
Sé tú siempre, hija mía, libre, sin más limitaciones que aquellas que puedan herir a otro ser humano, auténtica por­que nada hay más hermoso que lo ver­dadero.
                    ¡Cuánto, cuánto te quiero, mi vida!





sábado, 8 de febrero de 2014

Gozar, hijos, los encuentros


... Y las fuerzas vitales que allá, en oscuros mundos habitaban, se en­contraron con la materia, y la vivifi­caron y nació la  luz, y las miradas de seres humanos poblaron la faz de la tierra y como maravilloso manto policromo, montes,  bosques, selvas, mares, universo... crecieron en vida, flor, fruto, paisaje, naturaleza... De­leites del ser humano.  
Aquí, mis queridos hijos, en esta sierra maravillosa, que se resiste al otoño en un mare­mágnum de pardos y verdes, que, al remover la tierra me transmutan y me retornan a mi  an­cestral origen, exclamo: ¡Dios qué grandeza de en­cuentro la de aquel primer día! 
Pero al encuentro pri­mero siguieron los de unos con los otros y concluye­ron en tal pacto que mul­tiplicaron la vida sorprendidos por el amor que les nacía  en los adentros, surgiendo así la cadena  de repro­ducción  que no sólo llega hasta nosotros, sino que aupados en ella, la elevamos a infinita como infinitos  son los encuentros que la provocan.
Trinos de jilgueros, arrullos de pa­lomos, silencio en mi trajinar que goza de la felicidad de encuentros, ahora, siempre... Porque encuentros son, en una vasta mirada por esta naturaleza salvaje, montes, abis­mos, jarales... Encuentros mis pro­pios pasos que siguen sembrando huellas por veredas de luces y som­bras. Encuentros son el recuerdo de amigos,  y sus  palabras, ecos  que acarician al  unísono de mi nostalgia, el crepúsculo otoñal  que va inva­diendo de un no sé qué cósmico este rincón de la sierra.
También el dolor es encuentro, y las tribulación que puede originar el desamor, las ausencias, y las cons­tantes sinrazones de la vida, y las injusticias, y los caminos cubiertos por los áridos paisajes del aban­dono. El silencio  también es en­cuentro, y en él, cuando sólo el silbo del viento es sonido en nuestros oídos, surge el más sorprendente de los encuentros: el encuentro con no­sotros mismos, polvo, nada... Lo único, no obstante que nos hace libres, que nos hace sentir que  nos nacen alas de vidrio, si, pero  con irisaciones luminosas que, en vuelos altos, nos aproximan a las estrellas y nos permiten contemplar el pano­rama de un mundo  desierto de en­cuentros.
La luna que se me eclipsa... ¡cuántos encuentros me reverbera!
No busquéis, pues, lo que tal vez ni exista, ni esté en vuestras manos, encontrad, eso sí,  los encuentros, muchos, que nos salen al paso cada día, aunque sea en un rincón, como este, silencioso y solitario de la sierra.
Os quiero y os deseo “sabios”, zahorís de maravillas ocultas.







Hablemos del amor

Queridos hijos: Hoy, sábado, ocho de febrero de 2014, quiero
deciros algo acerca de lo que pienso core el amor. Tal vez vosotros lo veáis de otra manera, pero yo así lo pienso, lo siento y trato de vivir

               El amor es como ese precioso arco iris que se extiende sin hacer ruido

1.     Cada cosa, una vez; sólo una vez. En esta vuestra casa, la memoria de las cosas tienen nombre: amor. Cada cosa fue amor; cada vez fue amor. Y lo seguirá siendo. No lo olvidéis y haced de  vuestros hogares, pequeñas parcelas donde la ternura, el afecto, la comprensión sean la atmósfera que respiréis cada día.

2.     Debe ser algo terrible vivir sin amor. No puedo imaginar un mapa genético sin que, en sus cuatro puntos cardinales, aparezca como factor por excelencia, el amor, porque sabernos amados, saber que le importamos a alguien, saber que somos objeto de atención y ternura  es como un constante renacer con increíbles deseos de superar dificultades, y es una especie de trance  por el cual la ilusión toma tales vuelos que en nuestras vidas parece como si se paralizara el implacable almanaque del tiempo. Reivindicad amor para todos los seres humanos sin distinción alguna. Reivindicad ternura, delicadeza, humanidad...

3.     No, no se puede vivir sin amor, y lo sé porque, tras muchos canarios cantándome en la terraza, uno nuevo, recién llegado, me alegra la vida con sus trinos a todas horas. Eso es, seguro, porque me ama. ¡Claro!: amor con amor se paga. 

4.     Tañen las campanas y el hombre llora;  repican, y canta. Me sitúo en la proa y pregunto: ¿Qué soy yo? ¿Qué el hombre? ¿Por qué reír o llorar? Una voz que, como el trueno, rueda por  cimas y valles, me responden: El hombre es la sombra de la nada, si se compara con su Creador; pero el hombre es un juguete, cuya cuerda es el amor. Si por desconocimiento, egoísmo o pereza deja de  activársela, sólo será un montón de chatarra, un enjambre de  alimañas.

5.     Si en el momento justo de mi muerte pudiera sentarme frente a este ordenador, las últimas palabras que desearía escribir serían éstas: Sólo sé que amé.  

6.      El amor no son palabras, no, no es historia que se cuenta.  El amor se intuye, se adivina, se transmite…   Las palabras, la historia pueden estropear el amor.

7.     Tendríamos que vivir en una constante declaración de amor, que no es otra cosa que ese gesto que dulcifica la mirada, que imprime calidez a las palabras, que  derrama belleza en los gestos.

8.     El amor es  como un bálsamo que alivia dolores,  como un suave viento que alivia pasos, como lluvia fina que refresca y limpia las hojas de los árboles. El amor  lo puede todo, lo entiende todo. El amor comparte todo menos el desamor.

Besos, mis lindos hijos. Seguiremos.