MIS TESOROS

MIS TESOROS
ISA, RAMÓN Y BELÉN

martes, 31 de marzo de 2015

Un día cualquiera


Queridos hijos:
Cuando era niña, uno de mis escondi­tes favoritos era el palomar de  mi casa, una torreta donde la pava clueca incubaba y donde la gata romana es­condía sus crías entre somieres viejos y tarimas apolilladas.
Allí, sentada en una prosaica canasta de retales, pasaba las horas observando cómo por las cuadrículas de los venta­nales pasaban las nubes, se ponía el sol, salía la luna... De todo aquello,  aprendí algo: no existe un día cual­quiera, de igual forma que no existe un ser humano cualquiera.  Cada hora, cada momento... es único, irrepetible
Y es que, mientras haya tiempo, no podemos sumirnos en el desaliento, arrastrando como lúgubres y depri­mentes aquellas rutinas que nos son cotidianas.
Desde cualquier lugar, a cualquier hora existe la maravillosa posibilidad de poder tomar y escuchar el pulso de la vida que palpita a nuestro alrededor y  extraer de esos latidos el néctar preciso para hacernos receptivos a las pequeñas cosas que singularizan cada día de nuestra  existencia, huyendo así de vulgaridades y estridencias de muerte y capacitándonos para  apreciar y valorar la unicidad  de los instantes.
No, no existe un día cualquiera, un día en blanco  en la corta historia de nuestra biografía. La vida es el agri­dulce de una sucesión de momentos que, en cadena, y en el repente de un flsh nos ilumina, a fin de que vayamos troquelando el camino que conduce hacia nosotros mismos. Tan sólo dis­ponemos de este día, de este momento, ¿por qué no vivirlo con la exquisitez  de lo efímero y no obstante transcen­dente?
Hoy,  martes santo del 2015, hoy,  cuando  ya empiezo a sentirme mejor de mi operación, hoy, un día más con la esperaza de oír  a un amigo, hoy, un fuerte dolor todavía, hoy, un merecido homenaje a mi Ramón, hoy,   preciosa CD que me manda un amigo; hoy, la muerte de la madre de un amigo,  hoy, ¿un día cualquiera?
Tal vez mis reflexiones sean una  utopía, pero si logro conectar con un sólo ser humano, habré logrado añadir algo importante a este día que de nin­guna manera será uno más, porque, desde que amaneció, le coloqué el ró­tulo de “día especial”.

Y como tal quiero vivirlo y quiero que viváis cada día de vuestra existencia.

jueves, 19 de marzo de 2015

En el día del padre

Queridos hijos: 

Con este sencillo cuento quiero que recordemos a papá. Fue un hombre sencillo de grandes valores pero  fue, sobre todo, un buen padre.




Un padre, de avanzada edad, y su hijo, en el fragor de la juventud, corrían por un parque.
El hijo, en clara y amplia ventaja, dejó muy atrás al padre que, con grandes dificultades, trataba de  hacer el circuito.
El hijo, que iba delante, tropezó con una gran piedra hallada en medio del camino. Tras un doloroso traspiés, exclamó:  ¡Maldita..!  Y prosiguió su carrera.

Cuando el padre llegó al lugar donde estaba la piedra, tropezó y cayó, lastimándose un tobillo. 
No obstante, medio a rastras, empujó y empujó a la piedra, hasta apartarla del camino. En su interior se decía: No vaya a ser que tropiece con ella mi hijo y se lastime.