MIS TESOROS

MIS TESOROS
ISA, RAMÓN Y BELÉN

miércoles, 28 de mayo de 2014

Recuerdos

Inolvidable el día  siete de mayo, día de la presentación del precioso libro de mi Ramón. 

Para tal fin, mi  Isabel María escribió unas bonitas poesías que junto  a fotos de Ramón 

lograron unas muy valoradas postales. Una de ellas, esta titulada  CABALLO ANDALUZ



domingo, 18 de mayo de 2014

No somos virtuales: Carta a mis hijos



Mis ingenuas creaciones, para vosotros


Queridos hijos: hoy quiero hablaros  del valor de la autenticidad nada comparable con la virtualidad, hoy tan al día.
Cuando  era  niña, allí en el jardín de mi casa, junto a la caracola real, entre arrullos de palomos, cacareo de gallina y ronroneo de gatos, con la cabeza  es­condida entre las rodillas, soñaba con cambiar  el mundo. Me daban pena los pobres, los ancianos, los criados...
Cuando fui mayor mis ambiciosos sueños se  encaminaron por otros de­rroteros: trabajaría por cambiar  una  escuela desacreditada, impopular, ru­tinaria...
Después, caí en la cuenta de que ten­dría que empezar por cambiar yo, aceptando la realidad que era, si bien en una escalada imparable de  supera­ciones, y así, desde abajo, la cadena de cambios, eslabón tras eslabón, podría crecer y  multiplicarse en mí para poder proyectarse en mi entorno.
Y, sí, me hice real,  auténtica, pagando alto precio por estos valores, porque no hay  detrás de ellos negros que nos hagan el trabajo, que den la cara, que nos promocionen y aúpen, que laven la imagen de nuestros  errores... El ser real, auténtico, el dar la cara y llevarla bien alta en estos tiempos, es sinónimo de  imprudencia, temeridad  de ingenuidad, en una palabra.  De ahí que cada día prime más la vir­tualidad, lo que puede ser pero no es, lo que normalmente es opuesto a lo efectivo y real. ¡Con cuánta emoción recibí las flores virtuales de mi amigo José Luis! Las fotocopié, las guardé... Era mi primer contacto con las posibi­lidades de la virtualidad. 
Más tarde, palabras de un amigo al teléfono resultaron ser también virtua­les, y sufrí las primeras consecuencias de lo virtual: nada de compromisos, nada de explicaciones, tras haber sem­brado,  como mínimo, ilusión y mentiras. Todo, hasta el sexo, se puede practicar vir­tualmente. Todo puede ser, sin ser, pero,  ¿acaso es algo comparable con la calidez de la proximidad, de lo real..?
No, hijos, los seres humanos jamás debemos escondernos en la virtualidad, los seres humanos somos realidad, y nunca una imagen, unas palabras que la técnica  permite manipular, vender en un in­tento de engañar al comprador serán comparables ni tan siquiera se podrán imitar, aunque sí falsear.
Hay que reivindicar autenticidad, fi­delidad,  hay que recuperar la realidad que somos, hay que sacar tiempo para saborear las maravillas del legítimo vivir, hay que ser conscientes de nues­tra  singularidad y no venderla o rega­larla escondida en la máscara de lo vir­tual.
La vida es un documento sin rubricar. Estampemos en él nuestra cara más real, más incuestionable, aquella que, con un soplo divino llegó a la vida. Muchos besos.

lunes, 12 de mayo de 2014

A mi hija Isabel María


Mi querida hija, Isabel María: ¡Cómo me gusta leer y releer tus poesías! Como tú son 

sencillas frescas, colmadas de sentimientos y admiración hasta por lo más pequeño. Sigue 

siempre por ese camino, Crear y recrearnos es el mayor halo de felicidad posible. 

Te quiere muchísimo tu madre.



sábado, 10 de mayo de 2014

Carta a mi hijo



Mi querido hijo: Anoche me hiciste vivir uno de los días más felices de mi vida. Siempre  supe de tus muchos valores y capacidades, pero la verdad es que has llegado pronto muy lejos. Sí, por fin, a base de mucho trabajo en horas extras, de mucha constancia y sobre todo creatividad e ilusión, pudiste presentar tu obra Carruajes en el Alcázar de los Reyes Cristianos, una preciosa obra derroche de grandes  fotografías en color y de interesante información compartida con tu compañero Pineda. ¡Qué palabras las del excelentísimo señor Alcalde de Córdoba y las del Director del Diario Córdoba, donde  tantos años y con tanta profesionalidad llevas trabajando! Te miraba y veía  sentado allí, rodeado de  autoridades, de tanta gente como te quiere, como te queremos y que llenábamos el precioso  salón de mosaicos del nuestro Alcázar de los Reyes Cristianos, y una especie de moviola me llevaba a tus años de niño en una escuela que no era ni para ti ni para  niños que, con una mente no alienada a métodos tradicionales, resultaban molestos para maestros que solo manejaban tallas generales sin tener en cuenta, para nada, la individualidad y capacidad de alumnos que, desde  muy pequeñitos, apuntaban a un cambio radical en la enseñanza.
Pero tus valores, no obstante, prevalecieron en otros ámbitos y, prácticamente, como autodidacta, elegiste tu camino por el que, paso a paso, con la antorcha de la creatividad  siempre en alto sin dejarla decaer ni un solo instantes, llegaste, hace tiempo, lejos, muy lejos. Importantes premios nacionales de fotografía, premios internacionales de Infografías en el Diario Córdoba y hoy, tras un largo etcétera,  con esta maravillosa obra que, sin pasión alguna, reconozco que nos has sorprendido a todos, mi felicidad no tiene nombre.
Mi querido, queridísimo hijo: En la dedicatoria de esta obra  dices: Gracias a mis padres, Mariano e Isabel, pero sobre todo, gracias a mi madre que me supo educar en valores como la creatividad y motivación. ¡Claro que lloré y vuelvo a emocionarme cada vez que leo estas palabras o las oigo, de nuevo, el día de la presentación! Era mi fe en ti desde que empezaste a dar los primeros pasos, aunque confieso que no  pensé jamás que fueras consciente de ello.
Por eso, hoy, quiero decirte algo: Si es cierto que siempre te estimulé y valoré, el gran mérito es tuyo que supiste levantar vuelo y dejar atrás, sin complejos, sin prejuicios, los aparentes y grandes futuros que corrían y corren por esta sociedad en la que los “títulos” parecen ser la panacea que nos  aupará a la gloria. Tú, con trabajo, sueños y apuntado siempre alto, has logrado el mayor título que puede ostentar un ser humano: el de la autoestima y felicidad del esfuerzo sin apearse de la humildad y sencillez que siempre te ha caracterizado.
Soy, yo, pues, la que tengo que felicitarte, la que tengo que sentirme agradecida  por tantos  momentos de íntima felicidad como me haces vivir. No me cabe la menor duda   que papá, esté dónde esté, también te mira y sonríe orgulloso.
Creo que ya vas sabiendo cuánto te quiere tu madre.



martes, 6 de mayo de 2014

Ser santos, hoy



                 Ser siempre honrados -nos decía mi padre, vuestro bisabuelo- 
             y cumplid con vuestros deberes con los demás que son muchos.

Tras mi habitual mirada al atardecer, que me llega por el color del jardín que ronda mi ventana, organizo mi soledad. Hoy, ante mi vista un libro, y en él palabras desencadenastes de  un flujo y reflujo de recuerdos, y realidades presentes.   ... yo os digo  que si alguna voz oyera la voz de mi deber en contra de lo que hubiera con más calor toda mi vida susten­tado, me consideraría indigno de toda estimación, y en mi conciencia me tendría por prevaricador, si no pisoteara mis palabras anteriores y ajustara mis actos a mis deberes.
  Hay fechas, recuerdos que conllevan un halo de nostalgia.  Hoy, de forma muy  particular, me traslado a mis años de infancia y juventud. Sí, yo quería ser santa. Y para ello, oraciones, sacrificios, re­nuncias, Misas, Comuniones, más un laguísimo etcétera que me man­tenía en continuo trance de fervor y recogimiento.
Pero he aquí que hace tiempo caí en la cuenta de que, para ser honrada, sincera conmigo misma, tenía que romper con aque­lla  arcaica idea de  santidad,  obje­tivo primordial en mi vida, porque  mi actitud ante ella había experimen­tado tal giro que para nada  mi fe, mis costumbres de entonces, se ajustaban a mis deberes, a mi fe de hoy.
 Dice Maeterlinck: Lo que destruye las posibilidades de la vida es per­manecer siempre en la cárcel de nuestros pequeños ideales sin gene­rosidad y sin ardor, mientras el sol ilumina la tierra alrededor de nues­tra  casa.
Y es por eso, que lejos de aquellos absurdos anhelos de santidad, mi búsqueda se encamine por los  so­lea­dos paisajes del amor. Amor a todos los seres humanos hasta   dónde pueda llegar con mi capacidad para construir, luchar, reivindicar...  Y en esta corta dimensión por  donde  dilatarse puedan mis inquie­tudes, hay un espacio que me co­rresponde y que no quiero dejar vacío por de­sidia,  o comodidad, porque, cuando llegue el sublime  momento del adiós definitivo, no quiero que me sorprenda de brazos cruzados, con­templando cómo el mundo se hace trizas, y yo me elevo en “santidad” en un paraíso que nunca fue.
Ser santo, hoy, equivale a ser hon­rado, justo, solidario... humano. Pero no solo a serlo sino a luchar contra todo lo que se oponga a estos valores que nos pertenecen a todos, porque todos nacimos en blanco, si bien la vida no ha tenido para todos idéntica canción
No olvidéis, hijos, que lo más va­lioso que poseemos es nuestra con­dición de seres humanos que ojalá no perdáis nunca por nada ni por nadie. Amad, perdonad, ayudad, mirad y ved qué hay a vuestro alrededor porque seguro encontraréis muchos motivos para practicar ese humanismo tan preciso siempre pero especialmente en estos tiempos y en esta sociedad.
Os quiero muchísimo y estoy orgullosa porque sé qu eno solo me entendéis sino que ya estáis en camino.