MIS TESOROS

MIS TESOROS
ISA, RAMÓN Y BELÉN

sábado, 23 de agosto de 2014

Risueña Villa

 Queridos hijos: os transcribo mi artículo de hoy en Opinión de nuestro Diario Córdoba porque quiero que sepáis valorar la vida de los pueblos, vida, sobre todo en otros tiempos, de connivencias entrañables y con gran carga de humanidad.


  Virgen de la Estrella, nuestra patrona de Villa del Río, 
mi querido pueblo

El  cantautor Facundo Cabral dice: "Cuando un pueblo, trabaja Dios lo respeta. Pero cuando un pueblo canta, Dios lo ama". Son muchos los pueblos que trabajan y cantan. Muchos los pueblos que, valorando la cultura, costumbres y tradiciones, progresan acrecentando así inquietudes de sus gentes, sumidas en otros tiempos, en la rutina de hierba crecida tras la cruel contienda y que no iba más allá de las cuatro fiestas que sin más proyectos, ni ambiciones, se dejaban caer, año tras año. Hoy, la gente piensa, la gente sabe, la gente reivindica, la gente trabaja y canta y "dios los respeta y ama". 
El pueblo donde se nace y crece, por lejos que estemos de él, será sin duda nuestra cuna, y es por eso que, personalmente, cuando entro por las puertas de mi pueblo, Villa del Río, siento algo así como si regresara a mi casa. Y son sus calles por donde di mis primeros pasos, transitaron mis padres, hermanos, amigos, vecinos..., y es su parroquia donde nos bautizaron, hicimos la Primera Comunión, vivimos días festivos, días religiosos de fervores infinitos, y es la Virgen Patrona, bajo cuyo manto nuestras madres rezaban, y es la vida que sigue y en estas fechas, los pueblos se engalanan y preparan para vivir sus fiestas. 
Por mi profesión he tenido oportunidad de vivir en varios pueblos y convivir con sus gentes. En una de mis obras, termino diciendo: "Solo recordando los sonidos del pueblo, los silencios, las campanas... Solo recordando los olores del pueblo, dulces caseros, humos de rastrojos, pan caliente... Y solo recordando la cercanía de gente sencilla, acogedora, agradecida, generosa... solo recordando mi vida en los pueblos, pero sobre todo en mi querido pueblo, un pueblo con pedigrí, que se prepara ya para sus mejores fiestas, puedo decir que he existido".

Y mi canción, hoy, no es otra que aquella que dice: Ciudad del Betis, risueña villa, pueblo bendito donde nací..

lunes, 18 de agosto de 2014

Hoy quiero hablaros del amor


        El amor es armonía, complicidad, 
mirar y ver en la misma dirección pero con distintos ojos

Queridos hijos: Hoy quiero hablaros del amor, tal y como yo lo  veo, lo siento y trato de vivir.

Los valores  que admira el mundo  tan sólo son  efímero centelleo de una estrella fugaz que se apaga en la tierra.
Pero  la belleza, los valores que admira el sabio son  universal armonía de la que sólo se percibe una suave brisa que deja al descubierto el corazón palpitante del hombre.

Vivir una historia de amor es un privilegio tal que, desde mi punto de vista, es lo único que vale la pena en este mundo, pero esa historia de amor se escribe desde mu­chas y varia­das perspectivas.
Lo importante es dar con la "letra" capaz de rellenar pági­nas hermosas. 

El amor no son palabras, no, no son historia que se cuenta.
El amor se intuye, se adivina, se transmite…  
Las palabras, la historia pueden estropear el amor.

El amor es una delicada flor que hay que abonar, regar, cuidar de las excesivas temperaturas, trasplantar, si fuera preciso y, sobre todo, dejar crecer en libertad.
No hay flor que resista los caprichos que un mal día se le puedan ocurrir a un mal jardinero.
Ni hay flor que resista la presión, el chantaje de otro amor.
La flor del amor sólo se alimenta de amor.

No confundáis amor con sexo. Puede que se den ambas cosas, y nada habrá comparable con esa entrega mutua donde  dos cuerpos, por amor, se funden un uno.
Y digo que no confundáis lo que es amor porque fácilmente, sobre todo para los jóvenes, amor es sinónimo de sexo.
No, no lo es, y es fácil de comprender. El sexo, un día se apaga; el amor, si es tal, jamás.

Hay un índice para todo y para todos. Cuando en él alguien os busque, pueda leer esta especie de  epígrafe: “En sus ojos parpadearon muchas auroras porque amó”.

A veces me abate el pensar que el amor, la sensibilidad, la bondad… son causa de mayor dolor, y me siento víctima de una educación en valores, víctima, sí, de una forma de ser tan  proclive a la compasión, al sentimiento, al amor por todos y por todo.
Pero, tras oír algunas reflexiones vuestras en esta línea, quiero deciros que, al igual que se puede sufrir, se puede  gozar, y que no optéis jamás por haceros insensibles ya que estaréis renunciando a su vez a los únicos placeres que valen la pena: la sensibilidad, la bondad, el amor que todo lo transforman.

Amad, hijos, amad al pobre, al rico, al viejo, al niño… Amad a todos, amad  siempre.

domingo, 10 de agosto de 2014

Volad, volad alto



     Volad, volad alto, hijos y no temáis a la tempestad.
  Las gaviotas jamás se ahogan en el mar

 MAMÁ, ¿qué hay detrás de espejo? Tengo miedo de ponerme frente a él. ¿Y si cruzo el cristal y me caigo...? ¿Y si me pierdo en una maraña de caminos?  ¿Y si una mano negra me apresa...? ¿Y si no vuelvo? ¿Y si te pierdo?
Yo quiero ser mágica como mi  pluma azul,  como mi bote de pétalos de rosa, como el arco iris, mi canica de cristal...
Mamá, ¿yo estoy hecha de repentes?  De repente, Dios, de repente, voces, de repente, sueños, de repente, lágrimas, de repente, nada.    
Mamá, ¿a qué huele el dolor? ¿A pasto, hierba, lunas, soles, fuentes…? ¿Dónde estoy cuando duermo...?
Quiero que siempre te pueda  encontrar sentada, atenta al rumor de mis  ocasos y auroras.
Quiero escuchar siempre en las madrugadas  el  suave tañer de tus pasos festivos.
Quiero...  ¿Y si te mueres, mamá...? ¡No, no, nooo!
¡No te mueras nunca, mamá! 
¡Nunca, nunca, nunca!

¡Mi preciosa gaviotilla de los mares!
¡Vuela, vuela alto y que no te asuste la tempestad!
Las gaviotas jamás se ahogan en el mar.
¡Vuela, vuela alto! Tú eres mi mejor repente,
y no, no voy a morir nunca,
porque el amor, como el perfume de la rosa,
no se ve; te envuelve.

sábado, 9 de agosto de 2014

Luna, lunera



Queridos hijos: Esta madrugada, una vez más, la luna me ha dejado extasiada con su maravilloso caminar por nuestros cielos. La miré, la vi, la perseguí hasta que se me perdió, pero su rastro quedó eternizado en estas fotografías que os dedico. ¿Y si hiciéramos lo mismo con  todos los seres humanos?
Os quiero muchísimo.



Yo quiero ser siempre noche,
con luna llena por techo,
con tambores nazarenos de fondo en mis silencios,
con arrullos de ardientes amores ciñendo mi cuello.

Desde mi terraza, horizontes de largos caminos
que me llevan y  traen como frágil vilano,   
a ese mundo de lejanías en el que quiero
seguir encontrando…
 tejados por donde corra la lluvia,
torres catedralicias con carillones de nostálgicas campanadas,
claustros y conventos con rezos de vísperas en coros,
y quiero seguir encontrando molinos de viento,
charcos y alcantarillas, atestadas de chaparrones,
y ese lugar de mis sueños de siempre:
agua, jardines, ríos, canciones, niños…


Sí, yo quiero ser siempre noche,
con sueños irisados de juegos en  en horas de libertad,
con horizontes de brazos abiertos  al purpúreo goteo de la  alborada...
Luna lunera cascabelera.

sábado, 2 de agosto de 2014

Horas serenas



Queridos hijos: En las horas punta de cada día, amanecer y atardecer, noto algo así como un abrir y cerrar  de ojos que, en un instante,  nos transporta de la oscuridad a la luz y de la luz a la oscuridad. 
Sí, así van pasando los días, con prisa. Hojas del almanaque que van cayendo como arrancadas por el viento, manecillas de los relojes que, vuelta a vuelta, a un tiempo, son pasado y futuro, pero ni el día  debe deslumbrarnos ni la noche perdernos, porque a ese tránsito le llamamos tiempo y poco o nada tiene que ver con lo que nosotros somos. Los seres humanos somos otra nada que se balancea en la noria gigante de la vida, cuyos arcaduces de barro se nos van minando en el rodaje. De ahí que, siendo consciente de ello, tratemos de aprovechar al máximo momentos maravillosos, ocultos, tal vez, por los trajines materiales que nos hacen olvidar lo importante y trascendente.
Con esta sencilla reflexión, en nuestra casita de la sierra, llego a vosotros, mi tesoro más grande.

UNA bandada de palomos surcan los cielos de esta sierra, rincón del mundo, silencios entronizados en mi alma. ¡Hace ya tantos años!
Pero los ecos que vagan por el azul pardo de este atardecer se tornan susurros en flujo de vibraciones que me corren por los pulsos y perpetúan la belleza del amor vivido
Un palomo, dos, tres… En arrullo de amores revolotean por mi cielo crepuscular, y mi alma en armonía con la paz de esta sierra, entona canciones, viejas y nuevas. Canciones, sí, al azul del cielo, al azul del mar, al negro oscuro de esta sierra donde mi nada se confunde con los mil olores de la tierra, donde mi nada se iza  también en vuelos blancos, donde mi nada se pierde reverente ante tanta belleza.
Pero mi canción sigue y sigue, plegaria que se aúpa en la copa de esta misteriosa tarde, abrazando la luz infinita de tantas estrellas rotas. No importa el color, no importa mi nada; tan sólo mi canción. 
Y esta bandada de palomos, libertad y brisa, caudal de mi atardecer en esta sierra que ya empieza a estar  triste y  oscura.