MIS TESOROS

MIS TESOROS
ISA, RAMÓN Y BELÉN

lunes, 24 de diciembre de 2018

Navidad 2018 Relato

Queridos hijos: la Navidad, tal y como pienso que sería un día como hoy, en  este año 2018



 Aconteció en estos días que se promulgó una ley de extranjería por la que los sin papeles tendrían un plazo entre siete y treinta días para retornar voluntariamente a su país de origen. 
Un matrimonio de extranjeros, José y María, que estaba en avanzado estado de gestación, llegados en patera, buscaban trabajo en España, pero no encontraban nada porque la gente nada más verlos, repetían:
-No, no tenemos nada. Volved a vuestra tierra.  
Así caminaban sin rumbo en la noche. Encontraron refugio en una chabola abandonada a las afueras de una gran ciudad. Sucedió que el segundo día de pernotar en aquel lugar una grúa municipal los desahució, dejándolos a la intemperie una noche muy fría de un veinticuatro de diciembre del año dos mil  quince. Abrazados, y sin saber  dónde refugiarse, retomaron el camino. 
Repentinamente se vieron obligados a detenerse y buscar nuevo refugio ya que la mujer presentaba síntomas de eminente alumbramiento.
El hombre llamado José, divisó a lo lejos los arcos de un centenario puentecillo.
-Allí, María –exclamó-, allí podrá nacer nuestro hijo. Buscaré pasto, buscaré leños, encenderé el fuego y esperaremos a nuestro hijo
Y el hombre, llamado José, extendió el pasto, lo cubrió con su vieja chaqueta y el niño nació. La mujer, llamada María, lo recubrió con su propia ropa y lo recostó en el cálido montón de pacto, junto al fuego preparado por José. 
Aquella madrugada, trabajadores de una fábrica cercana, al cambiar de turno, los encontraron y compadecidos le ofrecieron lo poco que llevaban: se despojaron de algunas de sus ropas, les dieron parte de sus bocadillos y prometieron dar cuenta a los Servicios Sociales para que les ayudasen. 
También un grupo de chicos jóvenes que  salían de una discoteca, se detuvieron al verlos y cantaron y bailaron para acompañarlos.
¡Ande, ande, ande
este chiquitín
que no tiene cuna
y ha nacido aquí!
No llores, mi niño
Vamos a cantar,
Vamos a bailar
que hoy es noche buena
y mañana Navidad.

  
Al día siguiente, se personaron en el lugar  tres mujeres provistas de todo lo necesario para atender al niño y darles cobijo durante el tiempo preciso para que retomaran camino a su país. 


La patria no es propiedad heredada con papeles, sino cielo, dicha y dolor de todos.

Y este cuento no se ha terminado porque siguen las pateras, siguen los sin papeles y siguen naciendo niños refugiados en chabolas y sin un bocado de pan, y porque siguen naciendo y viviendo niños en el desierto
, entre rigores de arenas, fríos y muchos soles.
La patria, amigos, no es propiedad heredada con papeles, sino cielo, dicha y dolor de todos que habría que administrar en un mundo de tan grandes desigualdades. Falta voluntad, falta entendimiento, falta justicia, pero sobre todo falta amor, mucho amor.
Y hoy un recuerdo y una oración por los fallecidos en el reciente tsunami en Indonesia. Prestemos ayuda en la medida que podamos. 

viernes, 7 de diciembre de 2018

El valor d ela experiencia: Relato

Un anciano, acompañado de su nieto, que tras terminar medicina, lo visitaba, subía cada mañana a lo más alto de una montaña y hacía una fotografía. El muchacho, un día, exclamó:
-Abuelo, ¿para qué quieres todos los días la misma fotografía? Desde aquí siempre se ve lo mismo.
El abuelo, sonriendo, contestó:
-No, hijo, no. Son tus pocos años los que ven siempre lo mismo. Los míos, muchos ya subiendo a esta montaña, cada día descubren cosas nuevas. Mira -añadió, mostrándole el álbum de fotografías-, en  esta hay nubes, en esta los árboles no tienen hojas, en esta otra, una bandada de pájaros cruza los cielos...
-¡Pues es verdad; no me había fijado! -exclamó el joven.
-La vida, hijo, te enseñará a fijarte. Trata de aprender, porque de lo contrario tu vida será un electroencefalograma plano.

Hasta aquí el cuento, pero es así, queridos hijos. Los años nos dan a conocer, a vivir, a pasar por tantas cosas que, al mirar el álbum de nuestra existencia, bien podemos hablar de vivencias reales, que vuelven a vivir los jóvenes, idénticas a las nuestras, y que, en parte es necesario subir todos los días a la montaña para evitar errores y tropiezos, pero la experiencia, hoy día, está tan marginada, tan arrinconada que nadie quiere saber, que nadie cuenta con ella, que se considera una antigualla de la que uno se sacude exclamando: ¡eso es muy antiguo; las cosas ahora no son como las de ayer! 

Y no son, pero tienen “rostro” y hay que, con humildad, mirarlas, verlas y aprender.

martes, 4 de diciembre de 2018

DISCAPACITADOS

Queridos hijos: me  parece interesante que leáis este artículo mío del Diario Córdoba.

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN

Ayer, día tres, se celebró el Día Internacional del Discapacitado, y creo que no podemos pasarlo sin reflexionar acerca, no solo de aquellos que sufren discapacidades físicas, que son un gran problema familiar y social y, sobre todo para ellos mismos, sino también por lo mucho que nos «discapacitamos» todos, a veces.  
Empiezo, pues, con el recuerdo de un alumno discapacitado físico. En su rostro, pálido y deforme se dibujaba una sonrisa. Una sonrisa que brotaba de la tristeza infinita de su alma, como brotan las gotas del rocío en la noche y amanecen cristalinas sobre los campos marchitos. Su cabeza, mata de pelo negro, retorciendo agitadamente el cuello, era la expresión viva de una alegría nueva, aquella mañana primera de escuela. Hoy, después de muchos años, pienso, de nuevo en aquel niño discapacitado, en aquel alumno, que un día faltó al colegio y ya no regresó más.
Pero creo que esta celebración, como he dicho, no es solo de lamentaciones hacia aquellos discapacitados físicos que, por supuesto, son objeto de muchas y grandes atenciones, sino que de alguna manera todos tenemos que reflexionar acerca de cuántas situaciones complicadas encontramos en nuestro camino, cuántos obstáculos y ante las cuales no podemos sentirnos impotentes, «discapacitados» para superarlas y cruzarnos de brazos, sino que hay que despertar nuestro coraje y fortaleza para seguir siempre adelante porque, como dice la extenista Martina Navratilova, la discapacidad es una cuestión de percepción. Si puedes hacer una sola cosa bien, eres necesitado por alguien.

También nos sentimos discapacitados ante el miedo a los cambios, miedo a perder, miedo a mirar hacia adelante, miedo a dar un paso que nos distancie milímetros de nuestro camino de siempre, miedo a la enfermedad, a la muerte, miedo a todo  y nos paralizamos mientras la vida sigue su concierto que viene a decirnos aquello de que nuestras capacidades serán siempre más grandes que cualquier discapacidad.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Día Mundial del Alzheimer

Queridos hijos:  el  día 21 se celebro el Día Mundial del Alzheimer, y hoy os transcribo un 
relato de mi obra "Él estaba allí", un breve relato, a fin de recordaros  la necesidad  que tenemos todos de ser solidarios con la familias que sufren, en algún miembro, esta tremenda 
enfermedad que mañana puede ser nuestra.

CAMINOS ROTOS
Él, anciano de pelo muy cano que le rebasaba el ala de un  destartalado sombrero,  mirada grande, palabras pacientes, tiernas, murmullo de caricias infinitas. Pasos cortos, torpes, macilentos, viejos… Manos deformadas por una galopante artrosis que apenas le permitía sostener un vaso de agua...  
Ella, diagnosticada de  alzhéimer,  rebosante de carnes blandas, en un sillón de ruedas, apenas hablaba, apenas se movía, apenas rastro de ser humano, bulto vegetal que, de vez en cuando, mascullaba ininteligible y agrios  sonidos en los que solo medio se entendía el nombre de sus hijos.
Él y ella, inquilinos, por caridad, de una mísera habitación por casa. Matrimonio de toda una vida, cargados de hijos, en soledad y abandono, convivían.
Ella, estática, eclipsada, perdida…,  ¡sabe Dios!  a veces nerviosa, con evidentes temblores que, en más de una ocasión, habían dado con ella en el suelo.
Él, amor a flor de piel escuchaba y respondía a sus exigentes silencios e incansables urgencias: sí,  ya te voy a dar de comer, ya te voy a lavar, a peinar, a poner guapa. ¡Ya voy! ¡Ya mismo voy! ¡Tranquilita que ya voy!
Él y ella, a veces, en silencio, se miraban, como queriendo reverberar,  con fervor de lágrimas, en instantes de lucidez y complicidad, migajas de recuerdos, voces ahogadas, silencios de años, hijos ausentes..., caminos rotos…