MIS TESOROS

MIS TESOROS
ISA, RAMÓN Y BELÉN

domingo, 29 de abril de 2018

Aniversario de papá

(De la obra que os dedico, titulada Cartas a mis hijos)

Carta Nº 1
A la memoria de papá, del mejor padre y posible abuelo
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Llueve mucho esta madrugada. Mis ojos, nubes  preñadas que de lágrimas regaron caminos, vuelven a ser bo­rrasca hoy de nostalgias y recuerdos. Aquel pueblo de nuestro encuentro, las tormentas, los paraguas, los charcos, las goteras...
Tú y yo, pobres de todo; tú y yo, ricos en  amor; tú y yo, dichosos con nuestra nada, vivíamos en plenitud la lluvia en los otoños, y los trigueros en las pri­maveras, y las espigas y las eras en los veranos...
Tú y yo hicimos de nuestras vidas tal aleluya que, tras veintidós años ya de aquel adiós sin retorno, puedo escucharte, puedo verte superpuesto  en el cuadro vivo de los días.
Sí, yo sé que eres tú, boca grande en sonrisas que me mira. Sí, eres tú, llu­via limpia que cala mi alma esta ma­ñana. Sí, eres tú, nostalgia  en las flo­res marchitas de un ayer que es hoy en el almanaque de mi alma.
Y tú eres yo, poema de amor escrito en el cálido aliento de los instantes que me nacen, que me palpitan, que me llevan... no sé a dónde, pero es tu amor lo que respiro, y es tu amor lo que me inflama, y es amor... ¡si, si, amor! lo que me ríe y me llora.
Amor palabra izada de bandera en el cuadro vivo de cada día, donde super­puesto, yo te descubro. Tu recuerdo, sigue siendo  flujo y reflujo en luga­res, palabras, silencios... amores.
Tu recuerdo no es un ayer muerto en la precoz hora de azahares y jazmines. Tu recuerdo no es aquel beso postrero que dibujó en mis mejillas  el blanco pañuelo de tus labios en el terminal suspiro que exhaló tu alma.
 Tu recuerdo es... sí,  realidad de unos hijos buenos que te siguen recordando y amando, y es   mirada rutilante que son los ojos ingenuos de nuestros nie­tos.
Y tu recuerdo es la hoja que vuela, y es el arrullo  eterno de  nuestra tórtola  y es el viento que agita mi cortina cuando sola te presiento en este aliento de vida que palpita  cálido junto a mí.
¿Verdad que eres tú, Mariano? Arrúllame una vez más.  Mi corazón es la senda, ¿no oyes cómo me galopa el resplandor  de la aurora?
Vuelve con la mañana; te estoy esperando, amor.




martes, 17 de abril de 2018

DÓNDE ESTÁEL PODER

Queridos hijos: una reflexión en este mi artículo  de la semana

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN


Con alumnos de diez años, debatía sobre qué les gustaría ser en el futuro. Por unanimidad contestaron: reyes, princesas, famosos... ¡Cosas así! Una chavalilla, de pronto, me interpeló: y a ti, maestra, ¿qué te gustaría ser? A mí --contesté--, lo que soy: maestra y escritora. Los maestros y los escritores --concluyeron todos-- ¡no tienen poder! Terminó el debate sin más contestación por mi parte. Seguiremos --les dije--. Ahora no tenemos más tiempo. 
En silencio, retomaron su trabajo. De pronto, exclamé en voz alta y como sobresaltada: ¿qué ha sido eso? ¡Qué extraño! ¡Qué cara más rara se ha asomado a la ventana! Voy a echar la persiana. Los alumnos exclamaron: ¡qué miedo, seño! Llame al director. El director --contesté-- no está en el Centro, pero escuchad un momento: en un instante os he dicho una mentira y una verdad. Todo lo habéis creído. Es mentira que alguien se haya asomado a la ventana y es verdad que el director no está en el Centro, pero quería demostraros que el poder, a veces, solo es el arte de engañar a los demás, como he hecho yo. 
Un alumno me interrumpió: ¡sí, mi padre dice que ese es el poder de los políticos! La verdad también es poder y hay políticos que no engañan --añadí--. El mismo alumno exclamo: ¡bueno, pero casi nadie los cree! El poder de la verdad es chico. ¿Cuál es el tuyo? Como todos, ya lo habéis visto --contesté--, puedo tener los dos, pero estad seguros de que solo ejerzo el poder de la verdad. El alumno, exclamó de nuevo: ahora nos has mentido. Aquel día aprendí algo importante: los alumnos creían en mí ciegamente. No obstante, en aquella ocasión, y aun con la mejor voluntad de que entendieran que el poder no es solo cosa de los «grandes y populares», les había mentido. ¿Seguirían teniendo su total confianza en mí? Jamás, jamás --me dije-- se debe usar la mentira como arma. El verdadero poder reside en la verdad.


viernes, 6 de abril de 2018

Pan, María


Capillita callejera, en la que una blanca imagen, velas encendidas y flores, 
me invitaron a pedir: Pan, María.


Queridos hijos:


No puedo recordar los días; tampoco el lugar  y mucho menos el por qué. No obstante, lo oí contar tantas veces a mi madre que me veo y me oigo, cuando aún mis palabras eran tan sólo balbuceos, repitiendo, ante un cuadro de la Virgen Milagrosa,  dos, sólo dos palabras: PAN, MARÍA
Sí, ahora lo sé. Corrían los difíciles años de la posguerra. Un hálito de miedo, de miseria, de ausencia total de ilusiones se entronizaban en la rutina de los días, días que, cual río sin  más caudal que la lejana mirada hacia un mar de deseos, se nutría de fe y espinosos recuerdos.
Han pasado años, ¡muchos años! En mí jardín crecieron rosas; también espinas. La vida es eso: caminar por los infinitos laberintos de esta nada o de este todo que somos, rozando, eso sí, rozando siempre una plegaria que se torna suspiro, queja, palabra… La mía, aquella que no abandoné jamás, en la que un día descubrí se escondía la maravillosa ingenuidad de los niños, y la sabiduría del que sabe conformarse, ser feliz con lo básico y necesario, ha sido siempre, Pan, María.
Corren tiempos en los que el ser suele confundirse con el tener. Es decir, queremos ser  a toda prisa, y  ser algo  tan sobresaliente que ante nadie pasemos  desapercibidos, y para eso el mejor coche, el más sofisticado artilugio, la última novedad, las más costosas, voluminosas y  ostentosas celebraciones           
¡Qué necia filosofía! Por mucho materialismo que impere, para mí, al menos, jamás fue verdad aquello de “tanto tienes, tanto vales”. No es más, ni vive mejor el que más tiene, sino el que sabe valorar el “pedazo de pan” que se come cada día, fruto de esfuerzo, superación, conciencia plena del ser.
Por otra parte, todo lo que sobra afea. Sí,  nuestros hogares, nuestras vidas carecen de belleza por casi la absoluta falta de espacios vacíos. Tener exceso de todo nos impide gozar la belleza de la nada. La belleza, lo mismo que un árbol, cobra solamente valor aislada en el espacio (A.M)
Hay un tipo de belleza por la que particularmente me inclino y que tiene por lema: nada en exceso; eliminar todo lo superfluo. Creo, no obstante, que a esa conclusión se llega tras un proceso de madurez, en cuyo camino se ha tratado de construir, reflexionar, interiorizar… 
En este imparable río, que,  en definitiva, es nuestra vida,  lo importante son los arroyos que pueden aumentar nuestro caudal, pero la  hojarasca, la lima, la contaminación… no dejan de ser factores que enturbian nuestras aguas. No por mucho arrastrar es más bello nuestro paisaje.
Hijos, elevad la vista al mundo que se muere de carencias, elevad vuestra plegaria al cielo   y aunque sólo sea por una vez, pedirle de corazón: ¡Pan, Dios! ¡Pan, María!
Y notaréis como al simplificar quedan espacios para soñar y, sobre todo, para amar.